Dr. Schacht en Nuremberg (I)

Marco Música
4 min readJan 7, 2021
Tribunal en sesión del 30 de septiembre de 1946.

El 30 de abril de 1946, Hjalmar Schacht, antiguo Ministro de Economía y Presidente del Reichsbank de la Alemania de Hitler en los convulsos momentos en que se preparaba para una devastadora guerra, se sentaba en el banquillo de los acusados frente al tribunal de las naciones vencedoras. De entre sus esclarecedoras intervenciones rescato las que me han parecido más interesantes para ayudar a formarnos una idea de cómo era aquella sociedad que había fracasado y que, al tiempo, pasaba a abrir un nuevo horizonte para Europa y el mundo entero.

Cuando hablé de ‘La Paz Dictada’ en Versalles noté cierto desasosiego en el Tribunal y entre las filas de los fiscales anglosajones y franceses. Pero esa era mi intención. Quería hacerles escuchar lo que tenía que decir — y lo conseguí.

Mi abogado preguntó de nuevo. Describí como, en 1919, tomé parte en la fundación del Partido Demócrata Alemán y entonces pasé a hablarles sobre mi primer contacto con el partido Nacionasocialista y sus ideas.

Tras las elecciones del 30 de septiembre de 1930, el Partido de Hitler obtuvo de forma repentina y sorprendente ciento siete escaños. Yo estaba en un barco en ruta hacia América cuando esto ocurría, leyendo el libro ‘Mein Kampf’ de Hitler. Relaté al tribunal:

“En cuanto al ‘Mein Kampf’, mi opinión hoy es la misma que tuve desde un comienzo: está escrito en un execrable alemán, un cierto trabajo de propaganda de un hombre de educación media, fuertemente, por no decir fanáticamente, interesado en política — el tipo de hombre, de hecho, que Hitler subsecuentemente y de forma invariable mostró ser. Había un aspecto del libro, y por extensión también del programa del Partido que me dio mucho para pensar, y era la completa falta de entendimiento de cualquier tipo de cuestión económica. El programa del Partido contenía algunos lemas propagandísticos del tipo ‘El bien común antes que el interés personal’ y ‘Liberémonos de la esclavitud de los beneficios’ y frase similares, a ninguna de las cuales era posible encontrarle sentido. Aparecían con frecuencia, demasiado, en ‘Mein Kampf’, lo que desde una perspectiva económica lo hace enteramente poco interesante.

Desde el punto de vista de la política exterior, por otro lado, consideraba el ‘Mein Kampf’ extraordinariamente insensato, ya que no dejaba de jugar con la idea de que la expansión del espacio vital de Alemania debía tener lugar dentro de Europa. Si estas ideas no me disuadieron para que más tarde trabajase junto al canciller Nacionalsocialista, fue por la sencilla razón de que en ‘Mein Kampf’ la expansión de Alemania hacia el este estaba expresamente concebida como una idea supeditada al otorgamiento de su bendición por parte del Gobierno Británico. Consideraba que estaba muy bien familiarizado con la política británica; no había por tanto el más leve peligro de que tomara estas fantásticas teorizaciones de Hitler más en serio de lo que lo había hecho hasta ahora.

En mi cabeza estaba claro que para Alemania el extender su territorio dentro de Europa mediante el uso de la violencia era una imposibilidad, y no sería tolerado por otras naciones. Por lo demás, aunque ‘Mein Kampf’ contenía un montón de estúpidas, gravemente erróneas afirmaciones, también incluía algunas ideas decentes. Dos — y me gustaría enfatizar esto- dos de ellas me dieron una gran satisfacción. La primera era que si alguien difiere del Gobierno en materia política es su deber llevar sus opiniones a la atención del Gobierno; y la segunda era que aunque el gobierno de un Líder pueda reemplazar a un gobierno democrático — o deberíamos más bien decir a un gobierno parlamentario- el Líder mismo podría únicamente ejercer sus funciones si estuviese seguro del apoyo de toda la nación; en otras palabras, incluso un líder depende de unas elecciones generales de tipo democrático.”

El pasaje está traducido del inglés de los capítulos dedicados a Nuremberg en el libro de Schacht, “Mis primeros setenta y seis años” (1953). Pido disculpas si hay incorrecciones en la traducción, aunque he intentado ser lo más fiel que he sabido. Creo que es un fragmento que pone el énfasis en que posiblemente entre los nacionalistas alemanes de viejo cuño que fueron testigos del despegue del Nacionalsocialismo, se tenía la idea de que esta exaltada ideología y sus proclamas beligerantes podían ser reconducidas y tener cabida en un orden europeo al estilo del que se había forjado durante el siglo XIX hasta 1914. La Gran Guerra, y su continuación en esa ‘Paz Dictada’ de Versalles, había generado desequilibrios en los que se había colado la ideología nazi. Y Schacht parecía creer que esos desequilibrios podrían corregirse para el bien de una renacida Alemania.

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